Dejaste una familia fuerte y sólida que se ha encargado de que tu recuerdo permanezca vivo, actual. Cada alegría que tenemos, cada momento que nos da felicidad, cada dificultad, cada necesidad de un consejo, siempre tenemos un pensamiento para ti: «Como habría gozado Papá con esto…», «Esto le encantaría a Papá…». Te tenemos presente en todo, en las cosas simples de la vida como disfrutar una buena cerveza fría o en las más difíciles donde nos preguntamos: «Que haría Papacito para resolver esto?»
El hermano, el papá, el abuelo, el abogado, el amigo… un hombre incondicional, siempre dispuesto a servir, con una palabra amable y conciliadora, con un consejo sabio y desinteresado, con una prudencia indiscutible, con una sensibilidad inigualable, con una sonrisa, una caricia o una mirada llena de amor, de compromiso, de fidelidad en sus principios. Siempre tuviste una manera especial de vivir en Dios, cerca de la comunión y de la confesión, cerca del necesitado. Siempre con una mano tendida, buscando la justicia y haciendo el bien. Tan cerca de tus hijos como de tus nietos y bisnietos… entre tantos hijos, nietos y bisnietos y con la diversidad de las grandes familias, tenías el don de hacer sentir a quien estaba a tu lado como «el preferido».
La Manuelita no fue exenta de tu bondad, de tu disposición de servir. En toda tu vida la acompañaste en su crecimiento desde que pasó a ser Fundación hasta el tiempo actual, ayudando en todos los asuntos legales y laborales, siendo consejero de empleadas y voluntarias y, sobre todo, oyendo a los viejitos que con gran alegría esperaban tu visita semanal cuando acompañabas a tus hijas.
El mejor de los hombres, el mejor de los amigos, el mejor cómplice para disfrutar la vida con sensatez. Lector incansable, con quien se podía sostener charlas en diversos temas, que manejaba con humildad. Gozabas con todo: una ópera, un buen toreo, un paso doble, un libro, un whisky en las rocas, una cerveza fría en un día caluroso, una película que si resultaba buena decías: «está tremenda!». Leías tu periódico haciendo descansos de sueño, el noticiero, los zapatos Florsheim, tus recuerdos del viaje a Europa, tus épocas de empleado en Cuéllar Serrano Gómez, tu oficina de Bogotá (en el centro de la ciudad), tu querido Ilarco, los almuerzos mensuales de toda la tarde con tus hijos, tus vacas con nombres muy propios, el sombrero vueltiao y el perrero, tu bastón, el inglés de Isidro, tus nietos… pero sobre todo los bisnietos que siempre estaban «célebres», tus tertulias con Antonio, tus ahijados, las visitas a Teté y, cuando ya no querías más visitas, tu casa, tu cama, tus pantuflas.
Una vez me escribiste una dedicatoria en un libro: «Este bello librito queda en tus manos para que siempre te acompañe. Te ruego un cariñoso recuerdo para tu leal amigo, Alejandro». Hoy te digo que el mejor libro que me dejaste es tu vida, una vida que es el manual para acercarnos a Nuestro Señor, fiel testigo de tu entrega. Tenemos el deber de seguir pasando tu legado a los que te sucedemos en el tiempo.
Gracias Señor por haberme permitido vivir muy cerca de Papacito, por regalarme el tiempo para aprender de él, por quererlo como lo quiero, por compartir día a día su último año de vida.
¡Papá querido, que falta nos haces! Te llevo en mi mente y en mi corazón por siempre.
Tu ahijada, Cecil.
Cita;
Papá, mi Mamá y nosotros los 9 hermanos Ucros Cuellar, vivíamos en la casa de la Hacienda «El Vergel»; lo que hoy es el barrio de la Castellana, Mi Papá Abogado de profesión y campesino y ganadero de Corazón;
Fue una persona muy trabajadora; se levantaba a las 4 am todos los días, para llevar la leche de sus vacas al sitio donde se la compraban; Muchas veces los acompañábamos (en pijama y un gorrito de lana) volvíamos y nos acostábamos de nuevo para luego ir al colegio; Nos inculcaron que como hermanos siempre estuviéramos unidos, porque lo más importante que unos tenia eran sus hermanos. Papá era muy conciliador siempre amable y muy acogedor con todos los nietos, hijos yernos, y nueras.
Para la Manuelita fue una ayuda maravillosa; prácticamente hizo los Estatutos y todo lo relacionado con la Fundación como tal. Siempre pendiente de cómo íbamos fue un voluntario incondicional. Tanto él cómo mi Mamá nos dieron el ejemplo de ser muy amables y preocupados por las personas más necesitadas; a los que ayudábamos con lo que podíamos. El cariño, interés y compromiso con la Manuelita fue totalmente heredado.
Lulú;
Desde muy chiquitos mi papá nos inculcó el ayudar y querer a las personas menos favorecidas; hay estaban las viejitas de la Manuelita (cariñosamente hablando) a las que nos enseñó a querer. Cuando se vendió la Manuelita de río negro él nos ayudó muchísimo en toda la negociación y también en la compra de lo que es hoy la Manuelita de Cajicá, que hasta guarapo le tocó tomar donde fueron a formalizar el negocio con mi
hermana Cita.
Cuando íbamos a la Manuelita ya mucho después lo primero que hacía era mandar comprar 2 cervezas una para él y la otra para Teo que era un viejito queridísimo de la Manuelita. Mi Papá era una gran persona amoroso, cariñoso y adorado por todos.
Magdalena;
Mi papa, aunque no fue el fundador pero como lo hubiera sido, él siempre estuvo pendiente de La Manuelita y ayudándonos a nosotras a salir adelante. Inculcándonos el amor por las viejitas y estar pendiente de ellas. Como abogado nos ayudó en la parte jurídica haciendo los estatutos y haciendo diligencias aburridas, de toda clase. Siempre dijo que había que enseñarle a los nietos y bisnietos y siguientes, el amor por La Manuelita
Maria Teresa;
Desde chiquitas nos inculco el amor por los ancianos pues las instalaciones de la Manuelita quedaban muy cerca del Vergel donde vivimos hasta el año 1964 más o menos, siempre nos apoyó para que visitáramos a las viejitas en Rionegro que era donde vivían en ese entonces. Fue una persona muy especial al inculcarnos el amor y el servicio a los demás especialmente a los más necesitados los ancianos. Fue nuestro apoyo cuando se creó legalmente la fundación La Manuelita. Ya de edad nos acompañó a Cajicá y se estaba todo el día sin protestar porque nos demorábamos todo el día; Fue un hombre Especial e inigualable y muy amoroso.
Alejandro;
Papa fue quien jurídicamente determino todos los lineamientos de la Manuelita y en cualquier tema jurídico ayudo a defender siempre los intereses de la Manuelita – además le encantaban los viejitos, hablar de La Manuelita con mis hermanas era su tema favorito y precisamente por eso creo que su legado de dar a los demás ha sido exitoso y ha marcado a cada uno de los integrantes de la familia.
Fernando;
Primero detrás de un gran hombre hay una gran mujer … mi Mamá Papá fue el artífice de crear y hacer los estatutos de la Fundación La Manuelita tengo el recuerdo que los hizo durante mucho tiempo en su oficina
de la carrera 8 cuando los hermanos de Mamá heredaron la institución. Él con mucho cariño hizo los estatutos y llevo a feliz término la creación de la fundación. Papá le tenía mucho cariño a La Manuelita y así con su ejemplo nos lo transmito a sus hijos yernos nueras nietos y bisnietos. El compromiso que el tuvo con La Manuelita fue todo y así está demostrado con lo que se ha logrado hasta ahora en beneficio de los anciano.
Francisco;
Tengo un recuerdo muy lindo de Papá, como una compañía incondicional de Mamá, estuvo pendiente de todas las funciones de La Manuelita. Desde muy pequeño recuerdo que me llevaban a La Manuelita de Rionegro; Tengo un recuerdo de Papá acompañando el día entero a mis hermanas a La
Manuelita y como siempre ayudando en los temas Legales de la Fundación.
Alfonso;
Mi papa fue el artífice de formalizar en una fundación creando los estatutos, no me acuerdo la fecha exacta, también hizo que La Manuelita fuera mixta, que hasta ese momento era solo para mujeres. Así mismo fue nuestro orientador desde el punto de vista legal y ético. Acompaño durante muchos años a mis hermanas en las decisiones de La Manuelita; Y las acompaño muchas veces como voluntario en Cajicá.
Eugenio;
El recuerdo que tengo de Papá en la Manuelita; recogíamos a Inés Ucros de Vásquez en Entrerios para ir a Cajicá; se compraba un par de Bavarias para el almuerzo una para El y la otra para un abuelo que se llamaba Teo. Saludaba a todos con gran cariño. Se sentaba en el escritorio en la oficina a leer el periódico y claro se quedaba dormido a los 5 minutos